domingo, junio 7

far far away

Rodrigo volvió a escribir. Y esta vez me llego al alma y al corazón. Al cerebro, a la ira y a mi niña interna. Rodrigo es mi amigo, mi amigo de esos de verdad. De los que dicen la verdad. Y las verdades duelen. Dicen. Con una bella analogía sobre la evolución de los formatos musicales, dijo que por internet y las “redes sociales” como facebook se perdía la magia de interactuar con las personas. Que un vinilo o un CD, con todo el encanto de comprarlos y ver sus caratulas, son como ver a tus amigos y platicar en vivo y en directo. Pero que el mp3, con esa facilidad para descargar y luego borrar, era como las relaciones en las famosas redes sociales. Me dolió. Porque sentí q pase al olvido. Sentí q por estar lejos no soy más q un recuerdo, un contacto más. Me dolió Porque casi todas mis relaciones sociales las tengo por internet. Con mi familia, mi novio, mis amigos. Y según yo todo funciona. Funcionaba. Hasta que Rodrigo me dijo la verdad, no funciona. Es verdad, internet mezclado con distancia hacen que las cosas vayan mal. Con el tiempo ya no escribes, te da flojera, todo lo que piensas y haces lo resumes en un “por acá todo bien”, extrañas hablar con la voz, hablar con las manos y ver con los ojos. Pero que más haces. Además de seguir escribiendo aunque sea un “por acá todo bien”. Lo importante es no perder a esos amigos. A los de verdad. En los días siguientes a leer aquella nota. Envié extensas cartas escritas de puño y letra a mi madre.

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